El Zale reglamentario se juega con un tablero de tamaño similar al de un ajedrez, y con dos palos o mapes de diferente color: blanco/negro o negro/blanco. El objetivo del juego es lograr "hacer Zale". Esto se consigue cuando un jugador logra al final de un movimiento entrecruzar su mape con el del contrario. Tras conseguirlo, debe exclamar en voz alta: "¡Zale!". Pero para ello debe respetar las 7 reglas básicas del Zale.
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Zale. Gana el blanco.
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1. Ambos jugadores lanzan su mape al tablero y sale quien lo haya dejado más vertical en torno a la cruz central.
2. El jugador afortunado deja su mape sobre el vértice que elija o en el centro de la figura central que es lo más común en el primer movimiento. (De esta manera tendrá controlada la zona vertical, o la horizontal, según posición flecha.)
3. Cuando el mape se encuentra sobre la esfera central o las semiesferas colaterales no podrá efectuar giros rotacionales indiscriminadamente.
4. Los movimientos rotacionales sólo se efectuaran parcialmente fuera de las esferas.
5. Si un mape ha recorrido la esfera central y las cuatro colaterales sí podrá hacer sobre ellas giros rotacionales, pero no más de 260º. Sólo cuando vuelva a pasar por la esfera central perderá esta ventaja.
6. Si un jugador consigue recorrer con su mape las cinco esferas tiene derecho a ganar al contrario con un contrazale siempre que aquél no haya efectuado más giros rotacionales que éste. Esto quiere decir que el contrincante está a "MENOS UN ZALE".
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Zale. Gana el negro.
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7. Las flechas de los mapes jamás deberán señalarse mutuamente. (El jugador que ejecute ese movimiento perderá automáticamente la partida.). Tampoco podrán cortarse las líneas imaginarias que nacen de la punta de cada flecha y se prolongan imaginariamente en la dirección del mape correspondiente y en el sentido de su flecha. Sin embargo, no se tiene en cuenta la semi-recta imaginaria en la misma dirección y sentido contrario.
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