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ANTONIO VILLAFRANCA (1901-1972)
El perverso. Parte leyenda y parte rumor, la historia de Villafranca levanta ampollas y escalofríos. Dicen que tenía tan mal perder que en una ocasión, mirando con ojos inyectados en sangre al rival que acababa de ganarle, Villafranca, sin piedad, se levantó a mitad de la partida y salió del bar. En su defensa hay que reconocer que fue uno de los primeros en defender la eliminación de las anotaciones inversas, que tardarían casi dos siglos en desaparecer. Un adelantado a su época que consiguió vencer 3 años consecutivos el campeonato de España en Matalosmontes del Condado, Maspalomas y Villatobas del Ajuel.
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ATILANO VERGEL (1904-1950)
El adinerado. Cuentan que fue el primer jugador de Zale que pagó a alguien para que le enseñara las reglas y el oficio. Después de gastar buena parte de su fortuna familiar en viajes para aprender con los mejores maestros europeos, por fin consiguió aprender lo suficiente como para recuperar lo invertido y doblar su fortuna en campeonatos de apuestas clandestinas entre 1930 y 1936. La prohibición del Zale durante la guerra civil en la zona nacional le impidió seguir jugando.
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JAIME BIGÜELO (1919-1980)
El duendecillo. Abandonó los estudios por las burlas de sus compañeros debidas a lo pronunciado de sus orejas y decidió seguir los pasos de su padre, jugador profesional de Zale. A diferencia de su progenitor, que no tuvo ningún éxito en los tableros, "El duendecillo" no sólo consiguió arrebatar la fama a Velasco, sino que fue el primer jugador que se atrevió a efectuar un contrazale con un giro doble horizontal-horizontal en el último movimiento de la final de Florencia contra Brachetti en 1940. Después de una juventud alocada, contrajo demencia senil anticipada y pasó décadas en un manicomio.
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PACO ORTEGA (1924-1986)
El panadero de huelva. A pesar de que su padre se empeñaba en que Francisquito siguiera con el negocio familiar de la panadería y fabricación de bollos de hojaldre con azúcar glas, Ortega decidió jugar a espaldas de su familia y reunir dinero para emanciparse a los 18 años. Fue uno de los mejores jugadores andaluces de la época, temido en todos los tableros nocturnos de Huelva a Almería. En 1944 ganó su primer campeonato de España en Maspalomas, ciudad que le trajo suerte y le volvió a dar la gloria en 1946 y 1947.
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GERARDO CUBILLO (1925-2001)
El chato. Doblemente apodado el chato, por su afición a los vinos cortos de cantidad y por su anterior trabajo de ferroviario, Cubillo consiguió introducir el sentido del humor en el juego del Zale. Llegando a perder alguna partida a drede por el mero hecho de gritar "¡Zale!" cuando no lo era para observar la reacción de su contrario. Ganó el campeonato de España de 1967 y 1968 hasta que un joven llamado Álvaro Díaz le eliminó en semifinales en 1969.
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ÁLVARO DÍAZ (1954-1990)
El niño prodigio. Con tan solo 15 años consiguió derrotar nada más y nada menos que a Bartolomeo I y convertirse en el campeón de España más joven de la historia en una competidísima final que tuvo que ser aplazada dos veces por la lluvia. Si no hubiera sido por su eterna cruz, Agustín Merino, hubiera logrado cotas inalcanzables, pero su carrera hasta el 75 vivió a la sombra del inventor del famoso giro Merino. Retirado Merino, Díaz volvió a destacar logrando 12 trofeos menores.
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Merino en una foto reciente (julio de 2000)
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AGUSTÍN MERINO (1925-2013)
El ilustre. Nacido en Toro, Zamora, emigró a Madrid a los 17 años en busca de convertir su afición a la medicina en una profesión. Tras ejercer como médico hasta los 43 años, descubrió el Zale gracias a un curioso caso clínico. Siendo Jefe de sección del servicio de Rayos X, le trajeron a un paciente que se había tragado un cuerpo extraño. Radiografiado éste, resultó ser un mape blanco/negro. El paciente no era otro que Bigüelo, "el duendecillo", que se había tragado el mape en un ataque de locura. Merino, absorto por el objeto que extrajeron quirúrjicamente a Bigüelo, comenzó a estudiar el juego de El Zale, con tamaño éxito que se convirtió en profesional, abandonó el ejercicio de la medicina y consiguió lo que nadie hasta ahora: 6 campeonatos de España consecutivos (1970-1975). El éxito de su carrera se debe, sin duda, al movimiento que lleva su nombre y que es hoy utilizado por todos los jugadores del mundo: el giro Merino.
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Merino en uno de sus viajes por el medio oriente
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